El palacio de Buda (el Palota para los amigos), desde el río |
Son las 9:54 del día 30 de julio de 2014 y escribo esto en un tren que me leva, me leva de Budapest a Bratislava. ¿Se puede ser más feliz? Lo que en esta entrada refiero es más que nada un compte-rendu, o an account, o como rayos se diga en castellano, de mis viajes desde que salí de casa el día 22 hasta hoy, sin entrar en grandes análisis o anécdotas. O a lo mejor en alguno sí. Como voy a meter muchas referencias culturales que quizá no conozcáis (como tampoco las conocía yo antes de llegar a esos sitios), al final de esta entrada adjunto un glosario.
El martes 22, como digo, salí de casa con la sonrisa puesta y los ojos aún somnolientos para coger el tren a Madrid de las 8:15. Dormí un rato, leí otro rato, y a las 14:40 llegué a Chamartín, donde no tardó en reunirse Enzo conmigo. Fuimos a comer a un sitio cutrísimo, hablamos un rato de nuestras cosas y poco más tarde nos despedimos porque él tenía que hacer nosequé, así que yo me cogí el cercanías hasta Barajas (perdón: Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez). Espera, facturación, embarque, despegue, oídos taponados, húngaro por los altavoces, ciruelas de merienda, y a las doce de la noche estaba una vez más en el aeropuerto Liszt Ferenc, desta volta con mi amiga Essi, a la que quizá recordéis. Llegamos a casa, cenamos y estuvimos de cháchara hasta las cuatro o cinco de la mañana poniendo música de Mike Patton y contándonos nuestras penas. Al día siguiente, tras levantarnos a las tantas y desayunar a la hora de comer, salimos a pasear. Lo de levantarse tarde puede parecer un derroche de tiempo, y disculpad la aparente chulería, pero estuve en Budapest las veces suficientes como para que me dé igual. Fue un paseo turístico sin originalidad ninguna, pero ¿quién se cansa de ver Andrássy út, Szabadság tér, el Parlamento o el Lánchíd aunque sea mil veces? El Parlamento estaba esta vez más limpio que nunca y, creo que por primera vez en mis muchas visitas, sin andamios en ninguna de sus partes. La plaza de detrás está completamente renovada, ahora te puedes acercar más, y la gran novedad es que ahora se puede caminar por delante del edificio, entre éste y el río, zona que antes estaba limitada al tráfico rodado. Hacía solete y estaba precioso todo. Comimos un kebab en plato, que ya lo echaba un poquito de menos, y para redondear la tarde, Essi me invitó a un té con gominolas que hacen en un sitio llamado Bubble Tea. Parece que es un concepto que se está poniendo de moda por allí; días más tarde encontré otro similar en Bratislava.
Ez a tea gominolaval! |