Thursday, November 20, 2014

Foto chula versus intento fallido


La fotógrafa que capturó la imagen de Budapest que ahí veis se llama Veronika Mag. Para ello, se situó en el puente de la Libertad (antiguo puente de Francisco José) mirando hacia Buda. A la derecha se puede ver la entrada a la iglesia que está excavada en la roca. Es una artista que flipas, mira el resto de sus fotos:


...Y ahora me cargo todo el resto de la entrada. El título original era Fondo nuevo para el blog, pero debido a las limitaciones de Blogger no lo puedo subir. Pues que le den. Jo. :(

Al menos podéis ver la imagen...

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Actualización a día 24: Success! Vica me redujo la resolución de la imagen con no sé qué programa y ahora ya la pude subir. Hala, misión cumplida.

Monday, November 17, 2014

Diferenciar be y uve, diferenciar o y a



Cuando estaba viviendo en Bratislava, un día les conté a dos amigas británicas que en la ciudad de York se celebra todos los años un festival vikingo; en inglés, a Viking festival. Les dije que estaba muy guay, porque la gente va disfrazada, hay recreaciones de batallas medievales, queman un barco, etcétera; se miraron la una a la otra con extrañeza y me preguntaron qué tenía que ver eso con un festival de bicicletas o de motos. La culpa fue mía: queriendo decir Viking festival, había pronunciado biking festival.

¿Pero no es lo mismo?, preguntaréis algunos. El inglés, como el francés, el portugués, el húngaro, el checo y tantas otras lenguas, hace diferencia entre b y v: para pronunciar la [b] se cierran los labios completamente, mientras que para pronunciar la [v] se juntan el labio inferior y los dientes de arriba. A nosotros, los hispanohablantes, nos trae al pairo y pronunciamos una y otra como nos resulta más cómodo en cada momento: cerrando los labios (fonema [b]) al principio de frase y después de determinadas consonantes, o juntándolos sin llegar a cerrarlos (fonema [β]) cuando va entre vocales; pero es, como digo, cuestión de comodidad, sin importar que sea baca o vaca. Para mis amigas inglesas, sin embargo, hay tanta diferencia como entre otras dos letras cualesquiera, y mi pronunciación descuidada las dejó confusas, con razón.



¿Te parece que no es para tanto, que a fin de cuentas no hay tanta diferencia? Pues espera, porque podemos rizar más el rizo. Si no ves el resto de la entrada, pincha en Read more para saber qué problema tienen los rusos.

Wednesday, September 10, 2014

Los tóts eslavos y Hungría antes de Hungría

El sur de Eslovaquia está lleno de húngaros. La razón es sencilla: hace cien años, la práctica totalidad de lo que hoy es Eslovaquia era parte del reino de Hungría, que a su vez era parte del Imperio austro-húngaro. Al terminar la Primera Guerra Mundial, dicho imperio se partió en cachitos, la extensión de Hungría quedó reducida a un tercio de lo que era y un montón de gente quedó fuera de las fronteras de su país.

Hoy en día, la lengua húngara tiene un término peyorativo para referirse a los eslovacos: tót, pronunciado con o larga. Yo mismo la oí en varias ocasiones, e incluso la usé alguna que otra vez antes de saber que era peyorativo, hasta que Vica (una de estas húngaras de Eslovaquia) me riñó y me dijo que no dijera eso, que estaba feo.

Me acordé de todo esto el sábado pasado leyendo un libro en el que me volví a tropezar con este vocablo, el cual, por lo que pude ver, viene de muy antiguo.

Territorio lombardo en 526. Se muestran las fronteras actuales,
con Eslovaquia en el centro. Fuente: Wikipedia.

Resulta que las tribus que conformarían lo que hoy llamamos pueblo húngaro no llegaron a Europa Central hasta el último lustro del siglo IX. Antes de eso estuvieron allí varios pueblos, que citados en orden de llegada serían: escitas, ilirios (también llamados panones), tracios, celtas, hasta que llegaron los romanos con su gran imperio. En las dos provincias romanas que allí había, Panonia y Dacia, los vecinos germánicos daban la vara non-stop, y consiguieron penetrar ya a mediados del siglo III; en el siglo V vinieron hunos y ávaros, se los cargaron a todos, germánicos y romanos, pero luego cayeron los hunos también, y hasta principios-mediados del siglo VI, la zona estuvo poblada por pueblos germánicos, a saber: hérulos, ostrogodos, lombardos y gépidos, que se invadían y expulsaban unos a otros constantemente.

Os cuento todo este rollo para contextualizar el parrafito que traduzco a continuación:

Los trescientos años de presencia germánica en la cuenca de los Cárpatos no dejaron ningún vestigio. Posiblemente la única excepción sea la palabra «teut», que usaban para referirse a sí mismos, y que posteriormente los conquistadores húngaros utilizaron en la forma «tót» para llamar a la población eslava que encontraron en la llanura.

Ya que empecé la historia, voy a contar el resto, que todo es bonito. En el mapa de arriba podéis ver que en 526 dominaban los lombardos y los gépidos. Poco después, los lombardos se aliaron con los ávaros, machacaron definitivamente a los gépidos y luego se piraron a Italia a fundar Lombardía, lo que permitió a los ávaros quedarse de amos y señores del territorio y abrirles la puerta a sus aliados eslavos, quienes poblaron las zonas montañosas. Los ávaros, por cierto, que eran un pueblo túrquico, introdujeron el estribo, invento turco, en Europa; que puede parecer una chorrada, pero fue un avance tecnológico de la leche porque al parecer facilitaba mucho el guerrear a caballo. Consiguieron incluso que Bizancio les pagara tributos. Pero llegó un momento en que los impuestos eran tan altos que hubo rebeliones; el Estado ávaro empezó a perder poder, fue viniendo gente de fuera, y un buen día Carlomagno decidió cargárselos y anexionar Panonia a su reino franco. La zona de Transilvania la conquistaron los búlgaros, la esquina noroeste pasó a formar parte de Moravia (a caballo entre las actuales Chequia y Eslovaquia), y a principios del siglo IX toda la llanura del medio quedó despoblada, hasta que llegaron las siete tribus magiares (húngaras) en el año 896. Pero eso, amigos, es otra historia, y debe ser contada en otro lugar.

Por cierto, una última curiosidad: de teut también vienen el término teutón y el nombre actual de Alemania en alemán: Deutschland.

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Fuente: MAKKAI, László: "Hungary before the Hungarian Conquest", en SUGAR, Peter (coord.): A History of Hungary, Indiana University Press, Bloomington e Indianapolis, 1990.

Thursday, September 4, 2014

Back in Centroeuropa 2014 (II)

Mi súper calendario de disponibilidades


No te pierdas la primera parte. Esta segunda también tiene glosario al final.

Vuelvo a estar en un tren, esta vez de Trnava a Bratislava, y son las 12:20 del 3 de agosto. Nos quedamos en la isla Margarita. Después de eso no recuerdo qué hicimos, pero probablemente nada.
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Hola de nuevo. Como veis, el otro día no escribí una mierda, porque el viaje fue más corto de lo que esperaba. Ahora estoy en el tren contrario al primer día que escribí, c’est-à-dire, Bratislava-Budapest. Pero no adelantemos acontecimientos.

Así que seguimos en la isla Margarita. Además de bicicletear, estuvimos un rato viendo la fuente luminoso-musical que allí hay. Cuando nos fuimos de la isla ya volvimos a casa y no hicimos nada más. A la mañana siguiente decidimos dar un paseíto por Városliget, el parque municipal, que queda cerca de casa de Essi y lo echaba de menos; ella a mitad de paseo se tuvo que ir, y en el rato que estuve solo fui a ver el museo de la locomoción emplazado en dicho parque, museo que resultó ser bastante más grande de lo que me esperaba, a consecuencia de lo cual tuve que verlo a fume de carozo, y... Vale, confieso que esa no es toda la verdad. Como siempre que entro en un museo, me tiré dos años en los primeros cinco metros y luego sí que tuve que andar a correr. Ayudó a evitar la tentación de demorarme más el hecho de que casi todo está escrito solamente en húngaro. Más tarde me dirigí a Kodály körönd, me reuní con mi compañera de budapésticas fatigas y tiramos hacia la zona de Deák para comer y, posteriormente, reunirnos de nuevo con Andrea y Balázs.

A ver si encuentras la mochila.

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Wednesday, August 13, 2014

Back in Centroeuropa 2014 (I)

El palacio de Buda (el Palota para los amigos), desde el río

Son las 9:54 del día 30 de julio de 2014 y escribo esto en un tren que me leva, me leva de Budapest a Bratislava. ¿Se puede ser más feliz? Lo que en esta entrada refiero es más que nada un compte-rendu, o an account, o como rayos se diga en castellano, de mis viajes desde que salí de casa el día 22 hasta hoy, sin entrar en grandes análisis o anécdotas. O a lo mejor en alguno sí. Como voy a meter muchas referencias culturales que quizá no conozcáis (como tampoco las conocía yo antes de llegar a esos sitios), al final de esta entrada adjunto un glosario.

El martes 22, como digo, salí de casa con la sonrisa puesta y los ojos aún somnolientos para coger el tren a Madrid de las 8:15. Dormí un rato, leí otro rato, y a las 14:40 llegué a Chamartín, donde no tardó en reunirse Enzo conmigo. Fuimos a comer a un sitio cutrísimo, hablamos un rato de nuestras cosas y poco más tarde nos despedimos porque él tenía que hacer nosequé, así que yo me cogí el cercanías hasta Barajas (perdón: Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez). Espera, facturación, embarque, despegue, oídos taponados, húngaro por los altavoces, ciruelas de merienda, y a las doce de la noche estaba una vez más en el aeropuerto Liszt Ferenc, desta volta con mi amiga Essi, a la que quizá recordéis. Llegamos a casa, cenamos y estuvimos de cháchara hasta las cuatro o cinco de la mañana poniendo música de Mike Patton y contándonos nuestras penas. Al día siguiente, tras levantarnos a las tantas y desayunar a la hora de comer, salimos a pasear. Lo de levantarse tarde puede parecer un derroche de tiempo, y disculpad la aparente chulería, pero estuve en Budapest las veces suficientes como para que me dé igual. Fue un paseo turístico sin originalidad ninguna, pero ¿quién se cansa de ver Andrássy út, Szabadság tér, el Parlamento o el Lánchíd aunque sea mil veces? El Parlamento estaba esta vez más limpio que nunca y, creo que por primera vez en mis muchas visitas, sin andamios en ninguna de sus partes. La plaza de detrás está completamente renovada, ahora te puedes acercar más, y la gran novedad es que ahora se puede caminar por delante del edificio, entre éste y el río, zona que antes estaba limitada al tráfico rodado. Hacía solete y estaba precioso todo. Comimos un kebab en plato, que ya lo echaba un poquito de menos, y para redondear la tarde, Essi me invitó a un té con gominolas que hacen en un sitio llamado Bubble Tea. Parece que es un concepto que se está poniendo de moda por allí; días más tarde encontré otro similar en Bratislava.


Ez a tea gominolaval!
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Sunday, August 10, 2014

Budapest: Estatua de la Libertad featuring soldadito

Hace poco publiqué una entrada con todas las estatuas del Memento Park. Una de ellas es un soldado que enarbola una bandera y que se hallaba emplazado en el mismo pedestal que la estatua de la Libertad, en un saliente que en la actualidad no tiene nada encima. Cuando busqué una foto antigua no la encontré, y hoy, por pura casualidad, me acabo de encontrar con una. Para quien no esté al tanto: este monumento se erigió en homenaje al Ejército Rojo por la liberación de Hungría (no voy a entrar en polémicas, esa el la versión oficial) y la estatua desaparecida representa a un soldado soviético; desconozco si es alguien en concreto, pero creo que no. Cuando cayó el comunismo, quitaron al señor de ahí y a la señora de arriba le pusieron un velo blanco durante unos días para «purificarla» y despojarla de su significado político. Aquí está la foto:

Fuente: retronom.hu
Nótese además que tenía una estrella roja, que también arrancaron, por supuesto. Esta es la pinta que tiene hoy en día, ¿os acordáis?:


En la foto actual da impresión de ser más grande, ¿verdad?

En la misma web encontré dos fotos del Lánchíd, o puente de las Cadenas, destruido en una y en reconstrucción en otra. No tienen nada que ver con lo de la estatua, pero me molan y las añado.


Saturday, June 28, 2014

La Primera Pelea Tabernal


Hoy hace cien años que se empezaron a desencadenar los acontecimientos que provocarían, un mes después, el inicio de la Primera Guerra Mundial. Imagino que estaréis al tanto por telediarios y demás, que le están dando mucho bombo al asunto. La mochila y yo nos reunimos recientemente en una cumbre en la que decidimos que nada sería mejor para conmemorar tan histórica fecha que la traducción de una parodia, titulada orginalmente If WWI Were a Bar Fight. (En ese enlace también encontraréis una descripción muy graciosa de la situación de Hungría treinta años más tarde.) Esta parodia lleva varios años rulando por internet. Si nos ponemos estrictos, hay puntos que se pueden discutir bastante, pero bueno, es por las risas nada más. Ustedes lo disfruten.

Si la Primera Guerra Mundial fuera una pelea en un bar


Alemania, Austria e Italia están tomando unas cañas en un bar cuando Serbia tropieza con Austria y le tira la cerveza. Austria le exige a Serbia que le compre un traje nuevo porque tiene salpicaduras en una pernera del pantalón. Alemania expresa su acuerdo con el punto de vista de Austria. El Reino Unido pide un poco de calma.

Serbia alega que no puede comprar un traje completo, pero se ofrece a pagarle el lavado del pantalón. Rusia y Serbia miran a Austria. Austria le pregunta a Serbia qué está mirando. Rusia le recomienda a Austria que deje en paz a su hermano pequeño. Austria le pregunta a Rusia cuántos más, aparte de ella misma, le van a obligar. Alemania le indica al Reino Unido que Francia la está mirando, lo cual es bastante inaceptable como para que el Reino Unido se abstenga de intervenir. El Reino Unido le responde que Francia puede mirar a quien le venga en gana, que él la está mirando también, y que qué pretende hacer al respecto.

Alemania le dice a Rusia que deje de mirar a Austria, o Alemania se encargará de que deje de hacerlo. El Reino Unido y Francia le preguntan a Alemania si está mirando a Bélgica. Turquía y Alemania se van a una esquina y se ponen a cuchichear.

Cuando vuelven, Turquía hace gestos exagerados de no estar mirando a nadie. Alemania se remanga, mira a Francia y le da un puñetazo a Bélgica. Francia y el Reino Unido le dan otro a Alemania. Austria le pega a Rusia. Alemania pega a Francia y al Reino Unido con una mano y a Rusia con la otra. Rusia lanza el puño contra Alemania, pero falla y pierde el equilibrio. Japón grita desde la otra punta del bar que está de parte del Reino Unido, pero no se mueve de su sitio. Italia sorprende a todos pegándole a Austria.

Australia le mete a Turquía y le devuelven el golpe. No hay malos rollos porque fue el Reino Unido quien mandó a Australia que lo hiciera. Francia sale volando por la ventana, pero se pone de pie y vuelve a entrar para seguir peleando. Rusia sale volando por otra ventana, queda K.O., sufre daños cerebrales y se despierta con una personalidad completamente cambiada. Italia va a pegarle a Austria y falla, pero Austria se cae igual.

Italia levanta los brazos y se pone a correr en círculos cantando victoria. Mientras Francia y el Reino Unido le meten de leches a Alemania, Estados Unidos espera a que Alemania esté a punto de caer, luego se acerca, le pega en la cabeza con un taburete y empieza a jactarse de haber ganado la pelea él solo. A estas alturas, todas las sillas están destrozadas y el espejo de la pared está hecho añicos. El Reino Unido, Francia y Estados Unidos convienen en que, dado que Alemania pegó el primer puñetazo, la culpa de todo la tiene ella. Mientras Alemania está inconsciente en el suelo, le vacían los bolsillos, le roban la cartera e invitan a beber a todos sus colegas.

Tuesday, June 24, 2014

Memento Park en Budapest: los restos del comunismo


Como todos sabéis, Hungría fue un país comunista de la órbita soviética desde que acabó la Segunda Guerra Mundial hasta que cayó (o se levantó, según se mire) lo que Churchill dio en bautizar como Telón de Acero. Además, fue de los primeros, si no el primero, en protestar contra el régimen soviético, con la revolución de 1956. Hungría fue, por lo que tengo entendido, el país que más les tocó las narices a los jefes de Moscú (junto con Polonia, quizá) e incluso consiguieron ciertos privilegios. Tras el cambio de régimen se prohibieron los símbolos comunistas del mismo modo que los nacionalsocialistas.

Pero se les planteó un dilema: ¿qué hacer con todas esas estatuas, placas, monumentos, etcétera, que llenaban Budapest? Dejarlas ahí no les molaba, pero destruirlas tampoco, porque eran (son) una parte de su historia. Así que al final decidieron coger unas cuantas —creo que no fueron todas, que de cada distrito se eligieron unas pocas—, llevarlas a un parque de las afueras y cobrar entrada por verlas. Cuando digo afueras digo muy afueras: desde el centro tardas casi una hora en llegar en transporte público. Datos por si quieres ir:

Dirección:
1223 Budapest XXII. kerület (Dél-Buda), Balatoni út – Szabadkai utca. Aquí. Hay un autobús que pasa justo por allí y la parada está señalizada con letras grandes.

Precio:
Adultos: 1500 HUF
Estudiantes (ISIC): 1000 HUF
(Cinco euros y tres y medio, aproximadamente; cambio actualizado aquí o aquí.)

Horario:
Desde las 10:00 AM hasta la puesta del sol, me hace mucha gracia eso.

www.mementopark.hu

Al abajo firmante le encantan los símbolos y restos del comunismo en general, desde las estatuas de hombres y mujeres fuertes y trabajadores hasta las moles de edificios de centro y suburbios, pasando por fuentes grandes chungas y parques tétricos chungos también, todo ello con aspecto abandonado y medio ruinoso, si puede ser. Desde un punto de vista puramente estético me parecen objetos y lugares espantosamente bellos. No puedo llamarlos bonitos ni dejar de mirarlos embelesado cuando los tengo delante. Visité este parque-museo el 2 de diciembre de 2012 (¡ey, sólo me llevó un año y medio elaborar esta entrada!) y saqué fotos de todos y cada uno de los elementos que allí se exhiben. A continuación podrás ver esas fotos. Son cincuenta y cuatro, sin contar la de la cabecera. Algunas tienen un comentario debajo, la mayoría no. Todas se pueden agrandar pinchando sobre ellas.

Adición a 7 de noviembre de 2016: pueden encontrarse artículos parecidos a este, pero con más información o mejores fotos, aquí, aquí y aquí. Y una corrección: Béla Kun no fue un presidente «de la época»; instauró una república soviética en 1919 que duró 133 días, pero de ahí hasta que llegaron los rusos pasaron veintiséis años, y desde luego no tuvo nada que ver con la Guerra Fría. No llegó ni a ver la segunda guerra mundial. 

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Saturday, March 22, 2014

Ucraína mon amour


Me están rompiendo Ucrania. Estuve tres veces en ese país y le cogí muchísimo cariño, aunque no sabría decir exactamente por qué (ni inexactamente tampoco). Quizá recordéis que no hace mucho comenté que me gustaría volver este verano y, al acabar la carrera, quedarme allí indefinidamente. Ahora ya no tengo tan clara ninguna de las dos cosas, y si visteis un telediario o abristeis un periódico en los últimos tres meses seguro que sabéis por qué. Todo empezó en noviembre con una manifestación: vale, una más, un poco gorda pero ya pasará. Luego se convirtió en una acampada; de acuerdo, un 15M, o un Gamonal, si quieres. Pero luego empezó a crecer, en enero el gobierno decretó leyes “de seguridad ciudadana”, que es como las llamamos aquí, aquello siguió yendo a más, hasta que en febrero hubo uno o dos días en los que murió un montón de gente, y al final el presidente Yanukóvich se fue del país. A los habitantes de Ucrania que se consideran étnicamente rusos les entró el miedo, Putin vio una oportunidad de oro (la papaya que dice siempre Diana Uribe) para proteger a sus ciudadanos y de paso diversos recursos y situaciones estratégicas, y así el foco pasó de la ciudad de Kiev a la península de Crimea.

Estuve siguiendo todo este asunto con creciente interés según se iba desarrollando, especialmente desde febrero, y hay días que me paso dos o tres horas leyendo noticias, artículos, crónicas y reportajes sobre el asunto, en medios de distintos pelajes y colores: además de los periódicos que me enseña Google Noticias, están el blog Zyalt (tiene algunos artículos en inglés, así como un montón de fotos para cuyos pies un traductor automático es ayuda suficiente), el twitter y blog Principia Marsupia, el twitter del periodista Pablo González y montones de otras entradas de blog o artículos de webs diversas; más abajo pondré algunos enlaces. Una sobredosis de informaciones, no necesariamente contradictorias, pero en general sí bastante diferentes, que viene muy bien para tener una visión de conjunto, pero al mismo tiempo no sé qué creer. Lo que me pone malo es el enfoque de la tele y los periódicos grandes de aquí. Leí una frase en internet que me hizo gracia: “Lo de Gamonal era ETA, pero lo de Kiev es la fiesta de la democracia”. Flipo con la manera en que llaman represión policial a la represión policial y defensa ciudadana a los ataques de algunos grupos que sí están armados y organizados, y cómo omiten descaradamente (o al menos no vi que lo mencionaran) la orientación abiertamente filonazi de dichos grupos. O dicen "Rusia considera que son fascistas".


Por un lado está la propaganda rusa y por otro, la occidental. El presidente Yanukóvich fue elegido democráticamente, cosa que ningún ucraniano parece poner en duda. Sin embargo, los dirigentes y personalidades occidentales van a las barricadas de Kiev a hacerse la foto y a apoyar al pueblo en una revuelta contra un gobierno legítimo; eso no encaja. El que los periódicos pinten todo este asunto de lucha por la libertad huele a quemado. Luego están los rusos, con la poderosa Russia Today (RT) a la cabeza, que insisten en lo peligrosa que es esta gente, que son nazis y que es un golpe de Estado; con esta visión coinciden los medios de izquierdas también. Lo que dicen los periodistas independientes es que ni tanto, ni tan calvo.

En las barricadas de Kiev había muchísima gente, de distintas ideas: proeuropeos, antieuropeos, prorrusos, antirrusos, nacionalistas, fascistas, socialistas y whatnot. Sí parece ser cierto que los que estaban en la primera línea de los enfrentamientos con la policía, organizados y armados, eran los de Svoboda y Pravi Sektor, dos pandas de nazis recalcitrantes, que también son los que tomaron varios ayuntamientos y edificios públicos y los decoraron con banderas rojas y negras (no, no son anarquistas precisamente) e imágenes de líderes de su ideología. Como son los que más ruido hacen, acaparan la atención, y supongo que también tendrán bastante poder si hicieron lo que hicieron, pero no tengo nada claro que eso fuese lo que querían todos los chorropotocientos manifestantes de Maidán.

Luego está Crimea. Hay unas cuantas regiones de mayoría rusoparlante en Ucrania, pero la diferencia entre Crimea y las otras es que Rusia en las otras no tiene concesiones portuarias hasta el año 2042 renovables y en Crimea sí. Desde hace uno o dos siglos, esa península es un importante punto estratégico para Rusia en el mar Negro. A mediados del siglo XX, a Nikita Jrushov se le ocurrió la feliz idea de anexarla a Ucrania; total, somos la URSS y todo es de todos y da igual de quién sea sobre el papel. Lo que don Nicéforo no se esperaba es que ese país se independizaría en 1991, y entonces sí importaría qué es de quién. En cualquier caso, hay otro detalle muy importante, que es que quienes allí viven, en su aplastante mayoría, se consideran rusos, y de repente se vieron oficialmente convertidos en ucranianos porque Jrushov se levantó graciosete ese día de 1954. De hecho, con la independencia también hubo líos de quién se quedaría con Crimea, y al final acordaron que sería ucraniana pero los barcos rusos se quedarían. Me refiero a barcos de guerra, claro, y el puerto es una base militar naval o como se llame.

En Crimea no sólo hay rusos y ucranianos, también hay tártaros, que estaban allí desde el año catapún. En el siglo XVIII, la península pasó de manos turcas a rusas, y el Imperio empezó a hacerles jugarretas a los tártaros y a enviar población rusa; pero luego vino el socialismo, que respetaba las minorías, y entonces ya vivieron más o menos tranquilos con los rusos, hasta que un bello día un puñado de divisiones alemanas invadió la URSS por ese lado y algunos tártaros decidieron ayudarles. Acabada la guerra, como castigo, Stalin los deportó a TODOS a Uzbekistán; la población tártara en Crimea quedó a cero. A lo largo de las décadas siguientes, algunos fueron volviendo poquito a poco, y cuando cayó la URSS hubo muchos que decidieron reinstalarse en el lugar original de procedencia de sus familias. Hoy por hoy, los tártaros no quieren saber nada de Rusia.

El 16 de marzo elegimos entre esto y esto.
(Simferópol, capital de Crimea)

El pasado domingo 16 de marzo, como sabréis, hubo un referéndum en Crimea. Las opciones que aparecían en las papeletas eran: o bien declararse independientes, o bien anexionarse a Rusia. Los tártaros no votaron y los ucranianos supongo que tampoco, pero como la aplastantísima mayoría se considera rusa, ganó la anexión por goleada. El resultado estaba cantado; los países interesados reconocieron el resultado y los no interesados, no, porque de todos es sabido que las cosas son legítimas y democráticas siempre y cuando no vayan en contra de los intereses de uno; en cuyo caso son abusivas, ilegales, etcétera.

Es que es un mamoneo. No sé si visteis las exigencias de John McCain (el candidato republicano derrotado por Obama en el 2008) con respecto a Ucrania, son un descojone: básicamente es un "¡Rápido! ¡Expandamos nuestro imperio y bloqueémosle a él antes de que expanda el suyo!". Alemania, cuyo consumo de gas depende en un 40% de Rusia, pide moderación; el Reino Unido, que no depende de ese gas, pide contundencia. Occidente amenaza a Putin con sanciones como si Rusia se fuera a quedar desvalida, o como si las mismas sanciones no fueran a ser negativas también para quienes las imponen, que perderían un socio gigantesco.

La prensa mayoritaria da mucho asco también. Según los periodistas independientes que se hallan in situ, casi todo lo que sale por la tele está escandalosamente exagerado. Unos hablaban de la horrible tensión en Crimea mientras otros publicaban fotos de gente contenta ondeando banderitas en el centro de la ciudad y niños jugando tranquilamente en el parque. Unos mostraban desde todos los ángulos posibles a unos soldados disparando al aire amenazadoramente, mientras otros decían que eso había sido puro teatro. Los medios rusos insisten en que Ucrania se volvió neonazi. Los medios de aquí no sólo no muestran ninguno de los muchos símbolos neonazis que adornan las calles de, al menos, Kiev, sino que dicen que "Rusia los considera neonazis", desacreditándolo claramente. La propaganda rusa habla de proteger a sus ciudadanos bajo su cálida alita. La de aquí habla de una abusiva invasión que, por si fuera poco, apoyan los malvados ciudadanos prorrusos.

Mientras los medios anuncian máxima tensión en Crimea, soldados rusos y ucranianos están de risas en la base de Perevalnoe. Hay q vender. @ManuBrabo, 20 de marzo

Lo más difícil de explicar desde aquí: la normalidad con la que sigue la vida cotidiana a nuestro alrededor. Dando un paseo por Simferópol, sería imposible pensar q el resto del mundo mira a esta región como "zona de guerra". Imposible. @pmarsupia, 20 de marzo (1 y 2)


Además, sucede otra cosa. Crimea tendrá la historia que tenga, pero hay muchas otras áreas con mayoría rusa. No sé si se debe a los movimientos de población que se hicieron en la era soviética o a otra razón, pero el caso es que haberlas, haylas, y no son un par de regioncitas, es media Ucrania. Ahora estos ciudadanos, visto lo visto en Crimea, se dieron cuenta de que su anexión podría ser posible también y se envalentonaron. No sigo demasiado la situación en Donetsk y en Járkiv porque no conozco ningún periodista que esté allí, pero parece ser que hay manifestaciones pro lo uno y pro lo otro y que se está liando bastante gorda, porque aunque los ucranianos también sean minoría, son bastantes más que en la península del sur. (En Simferópol, la capital de Crimea, hubo dos manifestaciones opuestas el mismo día y en la proucraniana había unas 500 ó 1000 personas, mientras que en la otra había varios millares.) Por las pocas imágenes que vi, acabaron a hostias más de una vez. Ahora parece que Kiev se está acojonando y, si no estoy mal informado, prometió la cooficialidad de las dos lenguas en esas regiones. Pero quizá sea tarde ya.


Mapa de utilización del idioma ruso en Ucrania.
(Ojo, hablar ruso no es lo mismo que considerarse ruso.)

Os voy a dar mi opinión, tan razonada como sea capaz, tras leer todo lo que pude y sin ser político ni politólogo ni nada más que un pringao que abrió un blog. Cuando estuve en Ucrania la segunda vez, pasé dos días en Odessa con una crimea de Sebastopol que estudiaba allí. Cuando le pregunté qué se consideraba, me respondió categóricamente: rusa. Estaba harta del ucraniano, no porque fuera una lengua fea ni nada así, sino por la manera en que se les imponía, ya que era la única lengua oficial; me contaba, por ejemplo, que su madre a veces la llamaba por teléfono pidiéndole que le tradujera el prospecto de una medicina o una notificación que le acababa de llegar del ayuntamiento. Me parece comprensible: si toda la vida viviste en Rusia y hace veinte años tu zona se convirtió repentinamente en otro país, pero seguiste viviendo en un ambiente totalmente ruso, no es de extrañar que no entiendas un idioma que ni usas, ni se usa a tu alrededor, ni te interesa. Si ahora Aragón y Navarra se anexionan mágicamente a Francia, no creo que todo el mundo en esas regiones esté conversando en francés dentro de veinte años. Si encima esa anexión fue una idea de bombero de un inconsciente que no pidió la opinión de nadie, con más razón; ya no se debía haber permitido que la Ucrania independiente se quedase con ella, pero supongo que territorio es territorio, y como legalmente era suyo, poco habría que Rusia pudiera hacer. Sin embargo, es muy injusto, porque el territorio no es un cacho de tierra vacío, sino que viene con gente incluida en el paquete, y no poca.

Por otra parte, el que el ruso no fuese lengua cooficial me parece de traca. Inadmisible, incluso. No sé cómo los rusoparlantes pudieron aguantarlo tanto tiempo. Eso sí que me parece totalmente antidemocrático. Si hay, no sólo una comunidad importante, sino una MAYORÍA que habla un idioma en un área que abarca MEDIO PAÍS, ¿en qué cabeza cabe que su lengua no sea oficial? Un 40% ya me parecería más que suficiente para justificar una cooficialidad. Por supuesto, en Ucrania tiene que ser oficial el ucraniano, pero la cooficialidad tampoco duele, ¿no? No me entra en la cabeza, de verdad. Recientemente conocí a otra ucraniana de nacionalidad y corazón (procedente, si no me equivoco, de una zona mayoritariamente rusoparlante) que se preguntaba, contrariada, qué sentido tiene que una región tan pequeñita como Galicia tenga lengua propia, cuando lo más fácil y cómodo para todos sería que se hablase sólo castellano, o al menos sólo éste fuera oficial; "si es que además de ser pequeña, ni siquiera es independiente", argumentaba. Luego le pregunté si el ruso era cooficial en Ucrania, y me respondió que de eso nada, que cómo iba a serlo. Concho, pues mucha gente lo habla, ¿no? Da igual, insistió, el idioma de Ucrania es el ucraniano, y si un día se les ocurre hacerlo cooficial, saldré a la calle a protestar.

Es muy chungo lo de los ministros nazis en Kiev, que son cuatro de veinte o un rollo así. Cierto, son pocos en proporción, pero si están ahí significa que los otros los toleran, o que no se ven capaces de hacer nada contra ellos si es que no los toleran; y además, si se meten en determinados ministerios, pueden tener mucho peso. En la famosa plaza del centro, Maidán Nezalezhnosti (a falta de una transliteración mejor), hay puntos de reclutamiento de Pravi Sektor. El otro día, uno de los jefazos de Svoboda hizo dimitir a puñetazos al director de la tele pública ucraniana por haber emitido el discurso de Putin. Y atención, porque el viernes 21, ¡la UE va y firma un acuerdo de anexión con el gobierno provisional! ¡A dos meses de las elecciones generales que ya están programadas! ¿Estamos locos o qué?



En fin. Espero volver algún día a Ucrania, y que ese día no esté muy lejos. Espero que la gente se calme y que la vida vuelva a su curso. Lo que creo que sería demasiado ingenuo esperar es que alguien se preocupe por los ucranianos. Ucrania es el nuevo juguete de EE.UU., UE, OTAN y Rusia, hasta el punto de que, según leí, Merkel llegó a ofrecer la federalización de Ucrania a Putin a cambio de salir de Crimea; y dudo que le preguntara su opinión a ningún ucraniano.

Como dijo mi padre el otro día, "o mundo está feito unha merda".


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La foto de la cabecera es mía; compré ese llavero en Odessa, ciudad que no sé cuánto tiempo más seguirá siendo ucraniana. El resto las publicó @pmarsupia., salvo la de la bandera y el trigo, que la encontré por ahí. Algunos enlaces, a mayores de los que pueblan este artículo:

Principia Marsupia: lista de artículos sobre Ucrania
Ucrania, la manipulación en la prensa y la guerra de propaganda.

Twitter (información en directo):
@pmarsupia
@PabVis
@mikelayestaran

Zyalt (muchas fotos):
Revolution in Kiev, Ukraine
Maidan inside out
The other side of Maidan
Maidan, Kiev, February, 19th . Chronicle.
Bloody Thursday at Maidan
Triumphant Friday at Maidan

Saturday, March 15, 2014

Tic tac, motherfucker

El tiempo es ese cabrón que pasa sin piedad, que no espera por nadie, que no da segundas oportunidades, que a menudo no da ni la primera. ¿Te tomaste tu tiempo para encaminar tu vida? No, amigo, el tiempo te tomó a ti. ¿Ahora sientes que vives con años de retraso? No esperes recuperarlos. ¿Decidiste dejar madurar tu plan y luego te diste cuenta de que lo que hacía era pudrirse? Úgy kell neked, como dicen los húngaros. ¿Dudaste si cogerle la mano en ese momento? Tarde, ya no lo intentes. “La Historia no se devuelve.” La vida tampoco.

Aunque, si lo piensas de otra manera, sin haber tardado ese tiempo en encaminar tu vida quizá nunca hubieras tenido la oportunidad de plantearte siquiera el coger esa mano.

Time
Is flowing like a river
To the sea
Till it’s gone forever

Sunday, February 9, 2014

Música que hace odiar

Las puertas del Averno

De vez en cuando escucho ciertas formas musicales que se podrían llamar agresivas o violentas. Música muy extrema, incluso dentro del espectro de la música extrema. Hay varios motivos que me pueden llevar a escucharla, dependiendo del momento. Uno de esos posibles motivos es la mera fascinación que me suscita el comprobar la rabia y desprecio que se pueden evocar usando exactamente los mismos instrumentos que tenían los Beatles. Por un lado, la música en sí (no por ruidosa, sino por lo que ese ruido envuelve y que un oído poco curtido, espantado, pasaría por alto) puede rezumar un odio y una inquina que hielan la sangre, y tiene tanto mérito por ello como el pintor que plasma la mueca más terrorífica o el actor que interpreta de manera creíble al personaje más malvado. Por otro, las letras: iracundas, blasfemas o directamente destructivas, contra todo y contra todos. Sin embargo, a pesar de todo esto y de lo feo que pueda sonar, sólo hubo un día en mi vida en que una forma de música me hizo sentirme verdaderamente violento; y dicha forma de música no era metal extremo, ni nada que se le asemejase ni en forma, ni en concepto, ni en nada.

El único momento de mi vida en el que la música me hizo sentir odio, ira, agresividad, deseo de destruir y hacer daño, fue durante un concierto de un grupo alegre y bailongo llamado Balkan Fanatik.

La noche del 8 de septiembre del 2012, por razones diversas, yo era feliz. Estaba eufórico, incluso. Me hallaba en Buda, la mitad occidental de Budapest, en una larga calle del distrito XXII que, con motivo de una fiesta del vino que se celebraba ese fin de semana, estaba llena de puestos y tenderetes y se veía muy animada. En un recinto que había a un lado habían montado un escenario en el cual estaba a punto de tocar ese grupo cuyo nombre, por si acaso aparece mágicamente tras varias menciones, prefiero no repetir. Suponía que no iba a ser mi estilo de música, pero me daba igual porque tampoco es cuestión de ponerse quisquillosos: ya que estaba en una fiesta de barrio, pues vamos a ver qué ponen, hacer un poco el saltimbanqui y pasarlo bien un rato sin darle más importancia a lo que suene o deje de sonar. Mi actitud era la mejor posible, y las primeras canciones incluso me resultaron hasta cierto punto agradables, con arreglos porreros pero con algunas melodías que dices: vale, me lo trago. Pero luego salió un rapero, el del teclado empezó a hacer cosas chungas, se fue la violinista y poco a poco aquello se fue convirtiendo en una especie de mezcla de reggae con rap y con techno duro pastillero y qué sé yo qué más. Tengo un diccionario en casa, bastante antiguo ya, en el que esa misma descripción puede encontrarse junto a la entrada abominación, sustantivo femenino. Al principio pensaba: esto ya no mola. Luego: esto se está haciendo cansino. Después: por dios, que se acabe de una puta vez. Imagínate qué cara debía de tener yo en ese momento, y juro por Raunioilla que esto es verdad, que descubrí a dos tíos que estaban cerca mirándome y riéndose, y al ver que miraba para ellos, uno vino hacia mí, se puso a mi lado y se sacó una autofoto conmigo, ante mi total pasividad e inacción, antes de darme las gracias, sacudirme la mano y volver con su colega.

Sí, ya sé, acabas de buscar al grupo de marras en el Youtube y no te parece para tanto. A mí, en frío y racionalmente, tampoco, pero aquella noche mi mente no era ni fría ni racional, por lo visto, y llegó un momento en que ya no pude más. Tenía razones para estar allí, otherwise probablemente ya no me habría quedado ni dos canciones, pero llegado un punto, habiendo aguantado hora y poco, más de la mitad de lo cual había sido un suplicio, la fuerza de esas razones fue pulverizada por aquella blasfemia expulsada de las entrañas de Satán y, como alternativa a empezar a hostias contra todo lo que se moviera y lo que no, eché a correr. A correr como un poseso. Tenía ganas de destrozar, de vapulear, de herir; necesitaba cansarme, agotarme hasta no poder con el alma, expulsar todo ese apocalíptico veneno que me… envenenaba. Mientras corría calle arriba y calle abajo –pues tampoco quería alejarme mucho de la zona– me acordé de que tenía el cacharrín de mp3 en la mochila y decidí ponerme lo más parecido que tuviera a esa música maligna que mencioné anteriormente; tras una o dos canciones, comprobé que Emperor no me estaba funcionando. Probé con algo más enérgico y de ritmo machacón, pero Sabaton tampoco resultó de ayuda. Yo seguía corriendo. Nunca corrí tanto cansándome tan poco, tal era la cantidad de adrenalina que tenía acumulada. Al concierto ya no le faltaba mucho, quince o veinte minutos; al poco de terminar, cuando la gente ya salía del recinto y volvía a inundar la calle, decidí que, definitivamente, ya no había nada por lo que yo debiera quedarme en ese sitio, y enfilé la calle de los puestos cuesta arriba, confiando en que mi pobre sentido de la orientación sería suficiente para llevarme a una cama en la que pudiera olvidarme de que esa noche alguna deidad primigenia decidió ponerme a prueba desatando a mi alrededor un infierno de chunda chunda rapero.

Saturday, January 25, 2014

Incomprensión intercultural


Esto es lo que pasa cuando le dices al niño chino que se disfrace de mago para el belén del colegio. Pincha para agrandar.

Tuesday, January 21, 2014

Reflexión de un emigrante

Cuando empecé a hacer todas las gestiones y papeleo para preparar mi estancia en Bratislava, mi coordinador me puso en contacto con David, un chaval de mi facultad que había estado allí el año anterior, y fue él quien me orientó sobre clases, profesores, residencia y demás. Hace unos meses terminó la carrera, y la semana pasada volvió a la capital eslovaca, con un contrato por dos años bajo el brazo e intención de quedarse. Un par de días antes de irse escribió una reflexión, a mi parecer, muy lúcida, sincera y personal que, con su permiso, comparto con vosotros.

 * * * * *

“Adiós, ríos; adiós, fontes;
adiós, regatos pequenos;
adiós, vista dos meus ollos:
non sei cando nos veremos.
Miña terra, miña terra,
terra donde me eu criei,
hortiña que quero tanto,
figueiriñas que prantei,
prados, ríos, arboredas,
pinares que move o vento,
paxariños piadores,
casiña do meu contento,
muíño dos castañares,
noites craras de luar,
campaniñas trimbadoras,
da igrexiña do lugar,
amoriñas das silveiras
que eu lle daba ó meu amor,
camiñiños antre o millo,
¡adiós, para sempre adiós!
¡Adiós groria! ¡Adiós contento!
¡Deixo a casa onde nacín,
deixo a aldea que conozo
por un mundo que non vin!
Deixo amigos por estraños,
deixo a veiga polo mar,
deixo, en fin, canto ben quero...
¡Quen pudera non deixar!...”

Rosalía de Castro - Cantares gallegos (1863)

Más de ciento cincuenta años separan las inmortales palabras de Rosalía de Castro del día de hoy. Y aun así, ante la perspectiva de mi inminente partida, siguen describiendo de una forma dolorosamente precisa los sentimientos que suscitan el dejar mi tierra, mi hogar, mis amigos... en definitiva, la vida que he llevado hasta ahora.

¿Un poco dramático? Puede, pero quienes me conozcan sabrán que este nivel de dramatismo es normal en mí, aunque de esta vuelta, creo tener razón en catalogarlo de esta manera. La emigración, a pesar de que me mueven más los motivos personales, a día de hoy, vuelve a ser uno de los peores momentos a los que se tiene que enfrentar una persona, su familia y sus seres queridos.

A priori, estos ciento cincuenta años han cambiado a Galicia, España y al mundo de una manera increíble, por lo que parece que con la tecnología, que nos permite mantenernos en contacto de manera instantánea y las facilidades que nos ofrece la aviación comercial, el golpe se hace menos duro. Pero, desafortunadamente, este siglo y medio, no ha cambiado para nada, o al menos no durante mucho tiempo, lo que ha sido, es y será, si no lo remediamos, España: un país en el que la ignorancia y, demasiado a menudo, la exhibición orgullosa de la misma campan a sus anchas, un país dirigido por los que siempre han acaparado las más altas esferas del poder y que obedecen al avaricioso propósito al que sus ancestros obedecían antes que ellos, la codicia y el acaparar cada vez más y más poder.

Lejos de mi intención está convertir estas líneas en un manifiesto político, pero no puedo obviar el hecho de que una de las razones más poderosas que me han impulsado a buscarme la vida en el extranjero sea el negro futuro que se vislumbra en el horizonte. Realmente, es tremendamente difícil escribir algo como esto sin caer en los lugares comunes en los que venimos cayendo de unos años para aquí, así que procuraré no darle más vueltas, porque quien quiera enterarse de lo que realmente pasa, moverse e intentar cambiar las cosas lo hará, ya que todavía no he perdido (del todo) la esperanza en este país y en su gente.

Lo que me mueve a escribir esto es la sensación de que, aunque quiera, no voy a poder volver. O que podré volver, pero será para malvivir. Serán dos años (aunque siempre el miedo a meter la pata y que te den la patada antes de tiempo también está ahí) en los que visitaré esporádicamente a mi familia y amigos, leyendo y observando las noticias que vendrán del país, que presagio que no serán de buen agüero, por lo que la opción de volver aquí se irá disolviendo poco a poco, perdiéndose en la niebla de tus pensamientos.

A pesar de que mis sentimientos patrióticos sean prácticamente nulos, uno nunca podrá olvidar el lugar en el que nació, creció, disfrutó, rio, amó, lloró y sufrió; un lugar del que pensaba que si lo dejaba sería solo por un limitado periodo de tiempo. Pero, como decía Bob Dylan, los tiempos están cambiando, pero para peor. Parece que vivimos en un bucle eterno que siempre nos devuelve a los peores momentos de nuestra historia, solo que esta vez ni siquiera lo parece. La tecnología que antes cité, los diferentes medios que tenemos para abstraernos de nuestros problemas y demás distracciones, no nos dejan ver que volvemos a pasar por tragos como los que pasaron mis paisanos hace ciento cincuenta años. Solo que esta vez no viajamos en un inmundo buque durante semanas, sino en Ryanair (un autobús con alas, cierto), llegando a nuestro nuevo destino a las pocas horas de haber salido. Y tampoco nos vamos a ciegas, totalmente a merced de la suerte, sino que por lo general somos personas formadas en diferentes campos del conocimiento durante años, con toda la información y el conocimiento del mundo a un solo clic de distancia.

Como tantos otros, he intentado labrarme un futuro digno, que me permitiera trabajar en algo que no odiase y afortunadamente he intentado leer e informarme para decidir cómo vivir mi vida sin seguir los dictados de otras personas, estamentos o entes imaginarios. También sé que los reveses de la vida son impredecibles y que podría acabar en cualquier otro sitio que no esperaba, amén que sé que hay muchas ocupaciones que pueden parecer decepcionantes o que no querría realizar, pero que las haría, si no me quedase otra opción, siempre intentando buscar la felicidad, un término demasiado abstracto y subjetivo como para definirlo, pero que debería ser imperativo en cada vida (y no, no voy a seguir en plan Paulo Coelho, así que no temáis). Tampoco me veo (ni yo ni nadie debería) con el derecho a exigir un trato diferente por haber pasado por la educación superior, ni nada por el estilo.

En realidad, ni siquiera sabía, ni sé qué es lo que quiero que sea mi vida, lo cual no es necesariamente malo. Deberíamos ver la vida como una carretera, una carretera en la cual no puedes vislumbrar el final, en la que habrá rectas en las que pisar a fondo y curvas tan cerradas que te dé miedo a tomar a toda velocidad; en la que si pinchas te tomes tu tiempo para volver al camino, y en la que si te sale de los mismísimos te la puedas recorrer andando. Sin embargo, tengo la sensación y la certeza de que en vez de vivir en algo así, vivimos en un camino que termina en un callejón sin salida. Nosotros y sólo nosotros tenemos el deber y la responsabilidad de volar ese muro del final y poder intentar recorrer nuestro propio camino como queramos.

Son muchos los problemas que nos azotan, demasiados. Y casi todos no tienen una solución unánime, porque entraríamos nuevamente en el terreno de lo subjetivo. Pero entre otras cosas, lo que tenemos que intentar es que estos versos de Rosalía sólo signifiquen que en el pasado hubo gente que se marchó a buscarse la vida a otros lugares, con fortuna dispar, pero con el mismo dolor, la misma pena, la misma morriña común. Intentemos que la versión moderna del emigrante que describió la poetisa en siglo diecinueve no se aflija por no saber cuándo podrá volver.

Hagámoslo por nosotros. Por nuestro futuro.

"And the Buffaloes used to say be proud of your name
The Buffaloes used to say be what you are
The Buffaloes used to say roam where you roam
The Buffaloes used to say do what you do
If you remember you're unknown
Buffaloland will be your home"