Sunday, October 6, 2013

Con y contra

Decía Diana Uribe en uno de sus programas que, cuando murió Stalin y Jrushov, más liberal que el bigotudo, lo sustituyó en el cargo, la actitud del partido cambió del "si no estás conmigo, estás contra mí" al "si no estás contra mí, estás conmigo".

Interesante matiz, ¿verdad?

Saturday, October 5, 2013

Dos señoras gallegohablantes


En los autobuses urbanos de mi ciudad, y supongo que en los de la tuya también, los asientos están de dos en dos, y algunos pares están mirando hacia atrás, de tal modo que quedan cuatro enfrentados. En uno de esos grupos de cuatro me hallaba yo solo hace dos jueves mientras me dirigía a mi beloved campus, hasta que dos señoras asentaron sus ancianas posaderas sobre los asientos que había delante de mí. No suelo llevar música en las orejas cuando voy en bus, lo que me permitió oír a las señoras decir algo que despertó mi curiosidad, y como aún no había sacado de la mochila el libro de la batalla de Verdún que me dejó mi primo, me dispuse a observarlas disimuladamente en lugar de leer.

Haciendo un juicio comparativo entre sus arrugas y las de mis dos abuelas, deduje que ambas doñas rondarían los setenta años. Iban cuidadosamente maquilladas y vestidas elegantemente, pero sin exageraciones. Una de ellas hablaba de su sobrina, nieta o lo que fuera, la música tan ruidosa que ésta tenía en el móvil, y cómo le había expresado su parecer al respecto a la dueña de dicho móvil. Ambas hablaban en castellano, pero tras oír unas pocas frases me dije: esta señora no habla castellano.

Qué curioso. La otra tampoco.

Ahora tengo que hacer un inciso para que los de fuera de Galicia podáis entender de qué hablo. La gente de esta región se divide en dos grupos: la que habitualmente habla castellano y la que habitualmente habla gallego. Lo normal es que todo el mundo entienda y sea capaz de hablar ambas lenguas, con mayor o menor cantidad de calcos pero siempre con fluidez; y todos tenemos acento gallego, de eso no se libra nadie, reconocible desde Valencia hasta Helsinki (otro día os cuento anécdotas). Sin embargo, hay una diferencia notable entre la entonación de quien habitualmente habla un idioma y la de quien habla el otro, de modo que cuando un gallegohablante cambia al castellano se le ve el plumero enseguida, aunque sea el castellano más correcto y refinado del mundo; y al revés, igual. Hay muy pocas excepciones, generalmente gente que por la razón que sea lleva toda la vida cambiando entre ambas.

Pues bien: estas señoras eran gallegohablantes hablando castellano. Pensé que a lo mejor estaba equivocado, pero en cuanto la que contaba la anécdota pasó a referir textualmente la conversación que tuvo con la dueña del móvil ruidoso, lo hizo en gallego; y entonces sucedió lo más gracioso de todo: terminada la reproducción del diálogo siguió diciendo en gallego algunas frases más, incluso la otra le respondió a algo con un par de palabras en la misma lengua, hasta que, pasados unos segundos, se dieron cuenta de lo que estaban haciendo y volvieron al castellano. Sucedió varias veces más a lo largo de la conversación, especialmente cuando se quedaban calladas unos instantes y una de ellas reniciaba el diálogo con alguna frase espontánea. A la de la izquierda le pasaba más que a la de la derecha.

Reconozco que esta anécdota, aunque me llamó la atención, no es tan rara. Estas señoras nacieron, se criaron y vivieron muchos años en un tiempo en el que el gallego se consideraba vulgar, y quien pretendiera tener una posición en la sociedad tenía que empezar por desterrarlo y pasarse al castellano. Pero también es cierto que llevamos ya más de treinta años de oficialidad, presencia en la radio y la televisión, etcétera. Que a estas alturas haya gente que siga intentando ocultarlo me parece cuando menos curioso.