Hace tres fines de semana, Vica y yo nos dimos un palizón de trenes y de falta de sueño, sobre todo ella, para ver tres paradas de la gira conjunta de Arkona, Dalriada y Darkest Era. No voy a hablar de los conciertos en sí porque no interesan, las crónicas ya las pondré en Furia Asgardiana y en The Breathless Sleep. Aquí voy a contar todo lo demás.
Todo empezó un poco como de broma. Primero salieron las fechas de Arkona, y se sabía que en Budapest estarían acompañados por Dalriada entre otros. Más tarde se anunció que con ellos iría Darkest Era, un grupo norirlandés, y en ese momento me puse contentísimo; el resto de la gente del foro donde lo comentamos estaba en plan “y esos quién rayos son”, así que les recomendé escuchar su único disco The last caress of light, porque es una pasada. Una cosa bastante parecida a Primordial pero sin rastro de la crudeza que caracteriza a sus vecinos, voz limpia y algunas influencias maidenianas (el cantante hasta dice lo de “scream for me [$nombre_de_la_ciudad]”). Además, en Brno y Budapest habría muchos más grupos. En un principio dijimos: eh, molaba ir a Brno también, ja, ja, enchenta de Arkona, ja, ja. Poco a poco se fue convirtiendo en un: oye… ¿y si vamos? ¿Crees que nos cuadrarán los trenes?... Y de ahí al resultado final: ir a los tres.
El viernes 28 de septiembre me levanté tempranito, a las ocho, para desayunar, ducharme, afeitarme, preparar la mochila, etcétera, y coger el tren de las diez. El plan era llegar a las doce menos cuarto, darme una vuelta y volver a la estación a buscar a Vica dos horas más tarde, que venía desde Komárno, para a continuación comer juntos y tirar para la sala. Al final no lo hice. Tenía sueño y preferí dormir una hora más, porque el día iba a ser completito. Así que cogí el siguiente tren, para sorpresa de la húngara cuando me vio entrar en el compartimento en el que se hallaba.
Llegamos más tarde de la hora prevista porque el tren llevaba media hora de retraso, pero aun así teníamos tiempo de sobra. Conseguimos entre los dos unos quince euros en coronas (las monedas son preciosas y enormes), nos dimos un pequeño paseo por el
Una calle del centro de Brno. Vica has two fork! |
Total, que llegamos a la sala y nada más entrar nos encontramos con Lazar, guitarrista de Arkona, y Antón, mánaller o algo así del grupo, quien nada más ver a Vica le regaló una camiseta que le había prometido tras utilizar sin permiso un texto escrito por ella para la promoción de la gira (buscad el trailer en el Youtube, eventos del Facebook, etc., y podréis leerlo). Vica, a su vez, le dio a Lazar una cartulina de felicitación, escrita y dibujada por ella, porque había estado de cumpleaños unos días antes, y él a cambio le dio una copia de su disco Slovo en edición rusa, un digibook tó guapo. O sea, que hizo buen negocio, la chavala. Oh, y no sabéis lo que vendían en el tenderete de Arkona: cintas de cassette de los dos primeros álbumes.
Los conciertos, como dije, tienen su crónica aparte, así que no los voy a detallar aquí. Cuando acabó el de Arkona, que fue el penúltimo, la cantante Masha se fue al área de músicos vestida con una sudadera negra, la capucha puesta y mirando al suelo. La pobre debe de estar harta de los fans. El siguiente y último concierto fue el de Darkest Era, que moló un montón porque al haber ya poca gente fue muy cercano; terminó sobre las dos y pico, nuestro tren salía a las tres y veinte, y Vica se empeñó en que quería entrar en el área privada a abrazar a Masha; poco le importó que le metiera prisa para el tren o que le dijera que la rusa evidentemente no quería ver a nadie. Al final se las apañó para entrar, yo, por supuesto, fui detrás, y Masha, al verla, puso cara de resignación y tardó un instante en saludarla, con una sonrisa cansada. Hablaron dos minutos, se abrazaron y nos fuimos; entonces Vica dijo que nunca más la volvería a perseguir. De recuerdo me llevé un set list de Arkona.
Salimos de la sala y fuimos a la parada de autobús, para enterarnos de que el nuestro acababa de pasar y el siguiente llegaría demasiado tarde. Como cortarle el cuello a Vica no habría servido de nada en ese momento, optamos por echar a correr. Por suerte no nos perdimos y subimos al tren sólo un minuto antes de que arrancara. Iba
El escenario de Arkona molaba |
Al llegar a la capital húngara ya me espabilé. Dejamos las cosas en la residencia, bajamos a comprar algo de comer y tiramos para la sala, que abría puertas a las tres o así. Allí, Vica se encontró con sus amigos de medio país y parte del extranjero
Ridículo minifutbolín que hay en el local de Brno |
Acabados los conciertos nos separamos. Yo llegué a Bratislava a las diez de la mañana o así y me fui directo a la residencia a dormir. A la hora del concierto fui a la sala y llegué a pocos minutos de que empezara Dalriada, el primer grupo de esa noche;
¡Arkona vendía cintas! Me quedó pena de no comprar alguna, obviamente por puro coleccionismo descerebrado. (El precio está en coronas checas; son unos cinco euros.) |
Al acabar Arkona volvimos a ver a Lisa y al bajista (cuyo nombre desconozco porque entró en el grupo hace muy poco y no lo encuentro en los internetes), quienes nos dijeron que para la próxima avisáramos y nos invitaban al concierto. Poco después nos pusimos a hablar con otra de Darkest Era y dos de Arkona, nos hicimos la foto de rigor, que por cierto quedó muy chula, y finalmente abandonamos el local para ir a la estación, donde Vica cogería el tren que la llevaría de vuelta a Budapest, terminando así la aventurilla folkmetalera.
Por cierto, al acabar Arkona el tercer día vimos que dos chavalas cogían del foso el enorme y rústico pandero de Masha Scream; supusimos que era para dárselo a sus dueños, pero un rato después nos quedamos con cara de tontos cuando Lazar nos dijo que lo habían robado...